La mega obra fue el primer tren eléctrico de Latinoamérica

 

Ferrocarril de Los Altos

 

La bocina de la locomotora blanca y las pequeñas campanas que sonaban insistentemente anunciaron la entrada a la ciudad de Quetzaltenango del primer tren eléctrico de Latinoamérica, la mañana del 30 de marzo de 1930.

El único tren eléctrico de Latinoamérica también tenía otra peculiaridad, era uno de los pocos del mundo que podía subir las pronunciadas montañas, en este caso, el acceso desde la costa a Quetzaltenango.

Esa mañana, el paso del tren blanco llamó la atención de los pobladores de aldeas, pueblos y estaciones, incluso, fue apodado “el gusano”.

Durante su recorrido por las noches, su potente luz abría el paso en medio de la espesa niebla de Santa María de Jesús.

 

El origen

Los viejos carretones jalados por caballos caracterizaban la lenta comunicación de la época, a finales del siglo XIX.  Los quetzaltecos empiezan a ser invadidos por la necesidad de modernizar las vías de comunicación y buscan una salida hacia el Océano Pacifico, la obra necesaria era un ferrocarril que prometiera abrirse mercado hacia otros países.

El proyecto pretendía que el ferrocarril conectara a Quetzaltenango con los departamentos del Suroccidente y el Océano Pacífico.

La ansiada obra se empezó a gestar con los estudios de terreno y presupuesto por parte de una compañía alemana durante la segunda década del siglo XX.

Fue necesario construir una planta generadora que moviera el tren. La estructura aún se encuentra en Zunil y surte de energía eléctrica a varios municipios.

El 19 de septiembre de 1933, un inesperado temporal destruye dos puentes y parte de la vía férrea. El dictador Jorge Ubico se burla del pueblo quetzalteco, se niega a apoyar la reconstrucción de la línea férrea y prohíbe el trabajo gratuito y las donaciones para la reconstrucción.

 

Gracias al licor

La venta de más de diez millones de licor en todo el país, en 25 meses, dejó poco más de 30 millones de pesos en impuesto que sirvieron para la construcción del Ferrocarril Nacional de Los Altos.

La recaudación millonaria se hizo gracias al Acuerdo Gubernativo 1119 impuesta al consumo de alcohol.   Cada botella de licor consumida pagaba tres pesos que iban destinados a la mega obra, según el libro Remembranzas del Ferrocarril de Los Altos, del escritor quezalteco Encarnación Soloj Rodas.

 

 

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